Coges la guitarra con las manos temblorosas. Sabes que no deberías estar allí, pero la tentación es demasiado fuerte... Finalmente, te la cuelgas y haces como que tocas. ¡Te sientes una auténtica estrella del rock!
Tú sigues jugando con el instrumento y, de pronto, una de las cuerdas salta y se rompe. Te quedas paralizado... Notas que alguien te observa, te das la vuelta y descubres a Bryan May con cara de enfado: "¿Eh, que le has echo a mi guitarra?"